06 junio 2005

Las platas en la política

Estos últimos días han estado en el centro de la polémica por el hecho de tener a un billonario como candidato presidencial. Pero la preocupación acerca de éste tema debería ser absolutamente la contraria: ¿Quién paga las campañas? ¿Ellos piden y/o reciben cosas a cambio?

Cuando uno puede pagar la campaña del bolsillo es cuando efectivamente no hay problemas en la mezcla dineros-política (a pesar de lo que casi todo el mundo político diga hoy). Ya que es en ésta situación cuando el político no le debe nada a nadie. Y si bien siguen existiendo problemas al utilizar los cargos como medios para ganar más, o para influir en los negocios, hay que decir que si los dineros y negocios son propios, esta relación se hace evidente y fácilmente fiscalizable. Mientras que el político normal puede igualmente “pagar” el apoyo económico a sus financistas usando su cargo de la misma manera, pero en ésta ocasión en forma no clara y oculta.

Podemos recordar el cuestionado apoyo legislativo de los hermanos Zaldívar a la industria pesquera, que son grandes financistas de sus campañas.

En Estados Unidos, ésta es carrera perdida. Los PAC’s (Political Action Comitees) son organismos “regulados” que representan a empresas o grupos de éstas, canalizando apoyos económicos a candidaturas y realizan lobbies en el proceso legislativo. El volumen de recursos necesarios para salir electo (principalmente por la inexistencia de franjas electorales en TV, que son reemplazadas por comerciales pro-candidatos) hace que nadie pueda ganar una elección (ni nacional ni estadual) sin el apoyo de un buen número de PAC’s.

Este proceso, ha marcado una dirección gravísima para la política norteamericana, donde los intereses de los grupos empresariales son los únicos que tienen peso a la hora de legislar.

Para evitar llegar a esto, es necesario reducir los recursos que se gastan en las campañas. No entendiendo a estas como “el mes antes de las elecciones”, sino ver el proceso en su conjunto: Impedir efectivamente la explosión de precampañas, asegurar espacios gratuitos en los medios, impedir que se publicite en TV (por su elevado costo), y principalmente hacer algo a lo que se oponen todos los que hoy critican a Piñera: Publicar abierta y claramente quién da cuanto a qué campaña.