30 agosto 2005

Decisiones de campaña

La campaña de Michelle Bachelet va muy bien encaminada. Podría decirse que a estas alturas logra ganar "sin moverse de su escritorio". Y por lo mismo puede tomar decisiones acerca de su programa de gobierno y de sus equipos de campaña con mucha mayor libertad de la que jamás gozó Ricardo Lagos.
Una de estas decisiones era la forma en la que se incorporaba a la DC en el comando.

Michelle tenía 2 opciones: O integraba de manera al menos simbólica a la disidencia DC, ganándose un conflicto con Adolfo Zaldívar. O aceptaba la propuesta de la mesa DC que incluiría sólo miembros cercanos a los colorines y así lograr una pequeña venganza en torno al tono "hostil" que tomó la campaña de Alvear.

Pero finalmente la candidata fue mucho mas allá. Si bien las opciones que entregaba Zaldívar incluían un par de disidentes, Bachelet no escogió a ninguno de ellos tomando un camino que puede tornarse conflictivo en su futuro gobierno: escogió a los colorines y desechó por completo al naciente "Alvearismo".

La lógica de esta decisión puede ser múltiple. Al ser la disidencia DC el ala más Concertacionista de ese partido, es lógico el interés de estrechar lo más posible los lazos con Zaldívar y sus secuaces de manera de asegurar la mantención de la Concertación durante su gobierno. Por esto también se puede dar el lujo de prescindir de quienes la atacaron con más duerza durante la campaña, por la imposibilidad de éstos de presentar un peligro plausible a la gobernabilidad durante los próximos 4 años.

Pero el gran peligro que se avecina es la elección de la nueva directiva DC que ocurrirá entre febrero y marzo del próximo año. Conocida es la intención de Zaldívar de no repostular al cargo, pero sí asegurar las riendas del partido al posicionar a su delfín Jaime Mulet como su sucesor en la presidencia del partido. Aquí lo que puede ocurrir es la capitalización de las energías y fuerzas de la disidencia en torno a la figura de la DC con mejor posicionamiento público y ya casi segura primera mayoría nacional (tanto en porcentaje como en votos) en la carrera al senado: Soledad Alvear. Ésta, quién ya le ganó a Adolfo un gallito interno al hacer valer precandidatura presidencial, es una gran amenaza tanto para los colorines como ahora también para la probable futura presidenta de Chile.

El escenario de una DC presidida por Alvear y el resto de los desechados por Bachelet presenta un elemento de incertidumbre importante en las relaciones internas de la concertación durante el próximo gobierno. Y será justamente éste el escenario buscado por la bajada precandidata presidencial, quien desde el espectacular resultado que obtendrá en las senatoriales consolidará su liderazgo pensando en otra pasada por la carrera presidencial el 2009. Para ésto, será fundamental elaborar una plataforma bastante independiente del gobierno de Bachelet, proceso en el cual los conflictos con la presidenta serán incluso buscados por Alvear.

Bachelet con sus decisiones de campaña está abriendo la puerta para que no solamente existan los colorines como elementos desestabilizadores de la concertación (a quienes está controlando con enormes golosinas de poder), sino que la actual disidencia puede sumarse (por sus propias y muy distintas razones) a esa clasificación. Una DC en completa rebeldía, exigiendo lo imposible de parte del gobierno es la posibilidad que hoy nace.

Lo único seguro es que Alvear dejará muy pronto de lamer sus heridas, y trabajará para hacer estas oscuras posibilidades una fuerte realidad.